miércoles, 12 de octubre de 2016

¿Es el género biológico?

En primer lugar, y teniendo en cuenta que lo biológico entra dentro de lo científico, debemos dejar claro que la ciencia no es un campo puro y alejado de ideologías y culturas, sino que está dentro de estas. Hablo de las ciencias aplicadas al ser humano.

De esto se deduce que el discurso y los enunciados científicos estarán influenciados por lo cultural. Por ejemplo, hoy nos parecería una locura decir que la homosexualidad es una enfermedad, pero sin embargo hasta 1990 la OMS la consideraba como tal. Y todo ello desde la opinión de miles y miles de científicos, médicos, psicólogos, antropólogos etc. En una sociedad homofoba la ciencia no escapará a tal prejuicio. Encontramos casos similares en el racismo, totalmente sostenido por médicos y científicos en la práctica totalidad del mundo hasta los años 50. ¿Son los homosexuales enfermos? ¿son los negros inferiores? La ciencia, arropada por la ideología dominante (y reproduciéndola y sosteniéndola) dijo que sí. Y lo dijo tras la realización de cientos de estudios, pruebas, análisis y encuestas de carácter científico.

De lo anterior solo puede deducirse lo que dijimos al principio: que la ciencia está dentro de la ideología y la cultura, que no es un campo aparte con un método puro. Sin embargo encontraremos siempre la idea de que anteriormente la ciencia sí era ideológica pero que casualmente ahora (inserte aquí la época en la que se dé el debate) ya no.

La distinción fundamental no es entre ciencia e ideología. Es decir, no se trata de que algo llamado ciencia pueda llegar a la verdad absoluta desenmascarando prejuicios ideológicos. La distinción es más bien entre verdad y no-verdad ligada al poder. En cada época desde el poder se instituyen una serie de verdades (por ejemplo, que el capitalismo es el mejor sistema posible o que el género es biológico) y estas efectivamente se convierten en tales. En contrapartida se crean también no-verdades, cosas falsas que no pueden decirse o que una vez dichas producen rechazo. Pero si miramos al pasado, ¿no vemos acaso un cementerio de verdades? ¿no nos parecen estúpidas todas esas verdades y creencias que nos preceden, por ejemplo que la homosexualidad es una desviación psicológica? Podemos pensar, si somos lógicos y sinceros, que también nuestras verdades producirán sonrisas en el futuro. El género probablemente sea la primera en hacerlo.

La esencia humana, se llame "naturaleza humana" o de otros modos, siempre es un soporte del pensamiento dominante. Así, en una sociedad muy belicosa se dirá que el ser humano es violento y conflictivo por naturaleza, en una comuna hippie se instalará la idea de que todos somos buenos y pacíficos en última instancia y en una sociedad capitalista se dirá que somos individualistas, competitivos egoístas por naturaleza (cosa que, si se dice por ejemplo en la Antigüedad, provocaría risa). Ninguna de esas naturalezas o esencias humanas es real, son simples categorías que sirven para normalizar realidades sociales. Lo mismo ocurre con el género cuando se dice que el hombre es quien tiene el poder por naturaleza o que la mujer tiene un instinto maternal interior. Suena lógico porque tiene una realidad en la sociedad, es decir, parece cierto, pero si deconstruimos un poco el discurso y analizamos otras épocas nos daremos cuenta de lo absurdo que es realmente.

La utilización de la biología para explicar el género bebe de dos fuentes. La primera es el cientificismo, esa idea que nace en el siglo XIX con los avances técnico-industriales y que viene a decir que la ciencia todo lo puede. Así, la ciencia se convierte en nuevo Dios, en ente que todo lo sabe y todo, dado el momento, lo soluciona. Ya lo advertía Freud en El malestar en la cultura. Lo cual es curioso, pues él también biologizaba lo cultural, como cuando dice que la mujer no puede tener orgasmos sin penetración, hablando pues desde la primacía del hombre y la necesidad que de él tendría la mujer en aspectos sexuales.

La segunda es que lo biológico sirve como sostén discursivo del género. ¿Qué quiere decir esto? Para que una realidad social se sostenga tiene que existir detrás todo un discurso, esto es, todo un sistema de enunciados, ideas, pensamientos etc. que lo reafirmen. Por ejemplo, no sería posible que el discurso sobre la dominación masculina fuese “los hombres somos superiores y punto”. No sería sostenible. Deben crearse un sinfín de ideas y discursos que respalden la situación social. Más aún si es una situación de poder de un grupo sobre otro. Tras la idea de que la mujer no podía votar estaba el discurso de que mientras que el hombre es racional la mujer se deja llevar por sus impulsos y es más emocional. Pues bien, tras la construcción misma del género es necesario imponer una verdad, a ser posible irrefutable, de que este es biológico. ¿Cómo justificar sino las diferencias entre géneros en un mundo post-religioso?

La ciencia es, además, el modo de conocimiento considerado aceptable hoy. En cada época hay una epistemología legítima, en una puede ser el pensamiento filosófico, en otra la religión, en otra los sueños, en otra la consulta a las estrellas o a un oráculo. No veo especial necesidad de dudar de la ciencia como método en lo referente a todo lo extra-humano, pero es costoso aceptarla como medio de entender lo humano.

Lo biológico le coge el relevo a la religión como argumento de inevitabilidad. Se trata, en ambos casos, de argumentar que existe una esencia en el ser humano que le lleva a ser de una u otra manera. Por ejemplo, para justificar el género y sus desigualdades el cura podrá decir que Dios nos hizo así. El científico dirá que fue la naturaleza la que nos hizo así. En ambos casos, pese a que uno tenga por detrás todo un trabajo y esfuerzo teórico y de investigación, se trata de convertir lo cultural en inevitable.

Es importante también tener en cuenta al sujeto analizado. Cuando sale un estudio o una encuesta que muestra que las mujeres tienden a optar por tales roles y tareas y los hombres por otras no debemos olvidar que se está analizando a sujetos construidos y que han interiorizado el género. Es como si les enseñásemos a los niños que deben ser violentos y a continuación probásemos mediante experimentos psicológicos y encuestas sociológicas que los niños son violentos por naturaleza.

Un ejemplo sobre cómo estudios realmente científicos pueden dar pie a verdaderos disparates es aquel de la Universidad de Newcastle que mostró por qué a los hombres nos gusta el azul y a las mujeres el rosa. Se seleccionó una muestra de unas 250 personas, mitad hombres y mitad mujeres, y se les mostraron una serie de figuras geométricas rojas, rosas y azules (en varias tonalidades) para que decidieran cuál les atraía más. Los hombres, en general, prefirieron los tonos azules y las mujeres los rosados. Entonces se activa el pensamiento funcionalista antropológico: si esto es así, debe tener alguna función. ¿Por qué los hombres prefieren el azul y las mujeres el rosa? En seguida encontraron una lógica: los hombres prefieren el azul porque les remite a cielos despejados, momento de ir a cazar. Las mujeres prefieren los rosados porque les recuerdan a los frutos que recolectaban en el paleolítico. The Guardian se hizo eco y publicó: "Los niños azul y las niñas rosa: la evolución lo dice". Natasha Walter, autora feminista e investigadora, atónita, sacó a la luz un texto periodístico de 1908 en el que se decía que el rosa-rojo es para chicos dado que es un tono duro, violento y pasional y el azul es para chicas pues es más suave y agradable de contemplar. Si investigamos nos daremos cuenta de que muchas culturas, no solo occidente, el rosa es masculino y el azul es femenino. Y que en tantas otras el amarillo es femenino y el verde es masculino. Y así con un sinfín de arbitrariedades culturales que la ciencia social trata de biologizar.

El anterior ejemplo nos sirve para insistir en una cosa: desde la biología aplicada al ser humano, desde las teorías evolucionistas, se pueden encontrar enunciados lógicos. Es lógico que los chicos prefiramos el azul y las chicas el rosa, pues nosotros cazábamos y ellas recolectaban (habría que ver hasta qué punto y en cuántos grupos esto era así, pero bueno). Es lógico que prefiramos el rosa porque nos remite a la sangre y a la lucha y ellas el azul porque les remite al buen tiempo y con ello al florecer de los árboles frutales que recolectaban. Todo es lógico desde el punto de vista biológico. Un amigo llegó a decirme que las mujeres fuman con la muñeca mirando arriba porque así desprenden olores que seducen al hombre. Nunca en mi vida he visto a una chica fumar así, salvo en las películas. Pero sin embargo su argumentación era lógica (que no verdadera). Al final se trata de crear una relación causa-efecto arbitraria pero de apariencia cierta. No habría problema con esto si no fuese porque refuerza relaciones de poder y fuerza a hombres y mujeres a ser de un modo u otro. Es decir, no tengo problemas con el funcionalismo antropológico (más allá de que me parezca epistemológicamente incorrecto), lo que me causa rechazo son sus consecuencias sociales y discursivas.

El género es una norma. Es decir, hay un modelo de Hombre y otro de Mujer y todas las personas deben tender hacia uno de ellos, so pena de estar expuestos a sanción social. El género pertenece al dominio del deber ser, es como una ley. Sin embargo no encontramos, a nivel esencial, normas sociales identitarias en la naturaleza (no entro aquí en las normas de conducta que se puedan enseñar a un animal inteligente, es sabido que un chimpancé puede ser hasta pintor). Un león no siente la presión de comportarse como un macho, ni tampoco un delfín, ni tampoco un chimpancé. El jefe de una manada no calcula cómo deberá ser para seguir siendo jefe, ni deja de serlo en la intimidad ni nada por el estilo. Los animales se comportan como tal porque ese es su ser, su esencia. En el ámbito de lo humano, sin embargo, vemos como los hombres nunca llegan a ser hombres y las mujeres nunca llegan a ser mujeres. Siempre les faltará algo de masculinidad o feminidad. También vemos cómo muchos hombres son afeminados y muchas mujeres son masculinas, y cómo existen millones de grises entre el blanco y el negro que es el género. No es posible encontrar esto en el mundo animal. 

Otra prueba de que el género no es ninguna esencia es la existencia de comunidades humanas en las que existen o han existido personas que no están dentro de un género ni del otro, sino que se sitúan fuera de estos. Existe la tentación de, pese a todo, señalarles como parte de un género u otro, pero creo que es evidente que esto viene de nuestra mentalidad binaria y de la idea de ordenar a todo ser humano dentro del mundo masculino o del femenino (del mismo modo, muchos homosexuales se acercan al género opuesto en términos de identidad y comportamiento simplemente por rechazo del otro y por la inexistencia de un tercero). Seguro que en las sociedades actuales avanzadas y posmodernas encontramos a muchas personas que se sienten así, pero es interesante coger un ejemplo lejano: el de los berdache. Se trata de nativos americanos que eran definidos como “personas dos espíritus” porque compartían características masculinas y femeninas. No eran atacados ni odiados, más bien al revés: eran admirados porque se consideraba que se les había otorgado la capacidad de entender a todos y de trascender a todos, pues eran a la vez de un género y del otro. Por ello se les atribuían roles importantes, como ser adivinos, enfermeros, chamanes o guerreras.

4 comentarios:

  1. Más allá de que insinúes que en la "falta de inteligencia" de los negros exista cierto componente biológico, lo cual es una barbaridad, habría que ver también de dónde sacas la tesis de que "las bases del patriarcado se fundaron sobre bases biológicas". La mayor parte de la representación "artística" que se ha encontrado del paleolítico está hecha por o representa a mujeres (las marcas de pinturas de manos se ha demostrado que son manos femeninas, las venus y otras estatuillas etc.), habría que ver si una sociedad patriarcal permitiría dejarle a la mujer el monopolio del "arte". ¿En qué libros de antropología lo leíste?

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  2. Aclaro una cosa. La inteligencia no es objetiva y el que considere que pueda haber componentes biológicos no quiere decir que sea determinista. Eso por un lado.

    Tu argumento del monopolio del arte lo veo cogido por los pelos, creo que más que venerar a la mujer se veneraba "la feminidad", mientras ellas seguían siendo violadas y usadas como mercancía, y creo que respecto a esto hay consenso general.

    La tesis que explico, de manera bastante rudimentaria, se basa en el diformismo sexual propio de los mamíferos y en su posterior evolución en un marco cultural.

    https://onuglobal.files.wordpress.com/2016/02/la-tabla-rasa-cap-18.pdf

    En este link encontrarás el capítulo 18 de La tabla rasa de Steven Pinker, donde explica el género sin caer en maniqueísmos.

    Un saludo

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  3. Sí, la verdad es que lo de las venus está cogido por los pelos, pero lo de la cueva de las manos no lo creo tanto. Eran ellas las creadoras, no el objeto admirado. En todo caso hay mucha oscuridad con respecto a esa época y los antropólogos la aprovechan para tirarse triples en cuanto ven la oportunidad. El libro El mono desnudo, que por cierto te encantaría, es buena prueba de ello.

    Está muy interesante el capítulo que me adjuntas, de hecho me recuerda a otros libros de antropología que he leído y que también biologizan el género (llevo leyéndolos bastante porque hasta hace 4 o 5 años pensaba que casi todo podía explicarse desde la antropología funcionalista, esto es, la creencia de que nuestras realidades sociales tienen que tener alguna utilidad y lógica en términos de evolución y supervivencia) y mi reacción al leerlo es la misma que con los anteriores. (Dicho esto, igual me lo compro porque tiene bastante buena pinta, y ya he visto que el autor tiene algún libro sobre lenguaje también interesante).

    Dice el autor que no hay incompatibilidad entre pensar que hombres y mujeres somos psicológicamente diferentes y creer en la igualdad. Es el argumento típico de alguien que defiende las diferencias pero aún así quiere cierta igualdad (de salario, de posibilidades de triunfo socioeconómico etc. etc.), es el llamado feminismo de la diferencia que en realidad es una suerte de apaño del status quo sin cuestionarlo hasta el final. Es un feminismo tímido o, desde otra perspectiva, un machismo tímido y moderado. Veo que el autor le da la vuelta y llama feminismo de la igualdad al de la diferencia y de género al de la igualdad, y añade que si muchas mujeres no se definen como feministas es por culpa del feminismo de la igualdad (al cual él califica "de género").

    A continuación y después de insistir en que prácticamente no hay diferencias entre sexos y que todos pensamos igual se pone a sacar diferencias y las biologiza. Es mentira que los hombres busquemos más parejas o tengamos tendencia a la infidelidad, por ejemplo, lo único que hace es biologizar un hecho social que ni siquiera se cumple (no sé qué mujeres ha conocido o analizado el autor, pero yo me he encontrado justo lo contrario). Y continúa con diferencias que son culturales/sociales y dice que se deben a componentes neuronales. (El colmo llega cuando trata de explicar por qué las mujeres no eligen carreras de ciencia). Nada que no se haya dicho o leído aún, y es siempre la misma idea: revestir de científico hechos sociales, la forma de naturalización de nuestra época, en otra habría dicho que Dios nos hizo distintos (porque la episteme varía según el momento histórico como explica Foucault). La parte en que habla de la violación es bastante insultante y preocupante, por cierto.

    Volvemos también al problema de analizar a sujetos construidos. Es el ejemplo del artículo de analizar a unos niños criados para ser violentos y deducir que los niños tienden a ser violentos. Es un campo muy, muy complejo el de la antropología porque, como lleva dicho 200 años, el objeto estudiado no es objeto sino sujeto.

    Si esto fuese un debate sobre fútbol o sobre Podemos contra Ciudadanos ni habría escrito esto ni te estaría respondiendo. Pero es que detrás de esos argumentos hay relaciones de poder y situaciones injustas e indeseables, y que pueden ser reformadas.

    Si de verdad te interesa este tema te recomiendo leer La dominación masculina (Bourdieu), El segundo sexo (Beauvoir) y El género en disputa (Butler). Yo me compraré el libro de Pinker (si lo encuentro).

    xo xo

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  4. Creo que necesitamos poner un poco de orden a las cosas. Al césar lo que es del césar: la ciencia tiene la capacidad de explicarlo todo. Nosotros, como individuos, no. Aproximarnos al género a través de la ciencia se limitaría a decir: los hombres son XY, las mujeres XX, lo que implica unas diferencias hormonales que no se conocen al 100%. El peligro está en intentar explicar mediante la ciencia las diferencias entre géneros en nuestra sociedad, pues debes incluir, a parte del comportamiento basado en la fisiología, el ambiente en el que vive cada individuo y las condiciones a la que está sometida la estructura social. Son tantas la variables que no puede llamarse ciencia, pues desconocemos demasiado de ello. Como científico, me duele que se culpe a la ciencia de los prejuicios de los científicos, como si culpasen al ojo de que el ser humano pensaba que el sol gira alrededor de la tierra.

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