lunes, 24 de noviembre de 2014

Sobre el último capítulo de La que se avecina

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(El capítulo al que hago referencia en este artículo está disponible aquí)

Decía el filósofo esloveno Slavoj Zizek que en la ficción del cine (y por extensión de las series televisivas) hay más verdad que en la propia realidad. Es decir, que en la ficción audiovisual podemos ver cosas que nos cuesta advertir en nuestro universo real.

Creo que es lo que ha pasado con el último capítulo de la serie española La que se avecina. Se trataba del capítulo número 100 y los guionistas quisieron hacer algo especial. Así que decidieron hacer como en el Show de Truman: todo es una mentira, los personajes de la serie se dan cuenta de ello y son llevados a la realidad (las calles de Madrid) donde son famosos.

Pese a que se trata de una serie de muy poca calidad, la idea del capítulo es genial. Y creo que podemos apuntar varias reflexiones filósoficas y políticas más allá de de que se trate o no de una obra maestra. Zizek analiza obras de cine clásico o películas de culto, pero también podemos hacer lo mismo con una serie de tres al cuarto. La ficción es ficción, sea de mejor o peor calidad.

En primer lugar es interesante ver la ansiedad que va generando el impacto de la realidad. El primer contacto con lo real (es decir, con el hecho de que las vidas de los personajes sean falsas, de que es todo una serie de televisión) se produce a los pocos minutos del capítulo cuando cae un foco en medio del portal. El portero (Koke) se asusta mucho y deduce que se trataba de un ovni. En todo caso, este encontronazo con lo real le produce ansiedad.

El segundo contacto llega cuando un antiguo personaje de la serie que murió reaparece. Solo que ahora ocupa un nuevo papel. A Enrique (presidente de la comunidad de vecinos) y al portero (Koke) les resulta muy raro, tanto que le empiezan a gritar por lo que el "extraño" tiene que huir. Ya son dos histéricos. La realidad va volviendo locos a los vecinos.

Todo esto lleva a que Enrique informe a todos los vecinos de "acontecimientos extraños" que están sucediendo. Muchos de ellos (la mayoría, salvo una psicóloga que vive en el ático) se contagian de su miedo y el pavor se extiende por la comunidad. ¿Qué ha pasado? Simplemente que han visto un trocito de la verdad, y se han asustado. Su seguridad, sus identidades, sus certidumbres... todo se tambalea.

Esta "histeria colectiva" (así lo define la psicóloga, que finalmente acaba también uniéndose a sus vecinos en la incertidumbre y la sospecha) lleva a que tres vecinos consigan capturar a un "alien" (como ignoran qué está ocurriendo se inventan explicaciones surrealistas), esto es, a un trabajador de la serie. Pero no a un personaje de la serie, sino a un guardia que trabaja en el plató televisivo. Es decir, a alguien que viene del mundo real, que no forma parte de la serie.

Es muy interesante ver cómo esta nueva inyección de realidad termina por volver locos a los vecinos. Ahora que sus certezas han desaparecido, todo vale. Colocan al "alien" en una mesa en medio del portal y se disponen a "rajarlo como a una merluza". Más tarde es el propio Enrique (presidente de la comunidad) el amenazado por otro vecino. Todo el ambiente se convierte en un ritual de locura colectiva.

Entonces suena una voz, como si de Dios se tratase, que les explica que todo es mentira. Que viven en una serie, que sus vidas son ficción, que salen por la tele etc. etc. Más adelante son llevados al centro de Madrid y charlan con un alto cargo de la cadena televisiva. Este les dice que salgan a ver la realidad y que, si no les gusta, pueden siempre volver.

¿Qué pensaría alguien en un mundo liberal como el nuestro? Evidentemente, que los personajes de La que se avecina estarían encantados por dejar de ser presos de una serie que les tiene encerrados en un edificio y que maneja sus vidas. Son libres. ¡Por fin!

Pero la libertad les da un tortazo. La libertad es estresante. No es fácil conseguir medios económicos (esto se ve cuando las chicas van a una tienda y resulta que su dinero no vale) y cuando careces de ellos te tratan mal. La gente es entrometida, agresiva, burlona y maleducada.

Como era previsible, los personajes le suplican al director de la cadena la vuelta a la mentira. Este, en un tono muy realista, les explica que, si bien en la serie efectivamente son dirigidos y sus vidas están de algún modo "ya escritas", en la realidad ocurre exactamente lo mismo, solo que de forma más desagradable. En la serie, les dice "siempre acabáis saliendo de vuestros problemas, por muy mala que sea vuestra situación".
¿Cómo podemos leer este capítulo? De dos formas: como una explicación del miedo a la realidad y como una defensa del totalitarismo frente al liberalismo. Me explico.

Hemos visto como cuanto más se acercan los personajes a lo real, más se estresan. Llegan al punto de intentar matarse entre ellos. ¿Qué nos quiere decir esto? Que la realidad es fea. Que es mejor no saber, que es mejor vivir en la dulce mentira. Esto puede sonar provocador, pero si usted se para a pensar verá que es la verdad. Esto es lo que dice el psiquiatra Luis Rojas Marcos sobre el auto-engaño:
El autoengaño tiene como misión fundamental preservar nuestra integridad emocional y coherencia social. Se nutre de la fantasía y de la compasión hacia uno mismo, nos ayuda a conservar la autoestima, facilita la conciencia, estimula la creatividad y favorece la adaptación y la supervivencia. Bajo estas condiciones, un mundo sin autoengaño sería insufrible e inhumano.
Este señor trabaja para los Servicios de Salud Mental de Nueva York, no es un tipo cualquiera. No hay que tomarle a la ligera. ¿Y es que acaso no tiene razón? ¿No nos engañamos continuamente para no caer en el hundimiento moral? Parense a pensar y seguro que encuentran miles de ejemplos de situaciones en las que se auto-engañaron para hacerse la vida más cómoda.

Esto es lo que vemos en este capítulo: el miedo a la realidad. Cuando la realidad llega a su máximo los vecinos no pueden aguantar y todos, por un motivo u otro, deciden querer volver a la ficción. Era una ficción con sus cosas malas, sí, pero era mucho más cómoda. Incluso en sus desgracias había cierta diversión.

El director de la cadena explica, con gran acierto, que la serie sirve para consolar a los españoles cuyas vidas también son malas y que se sientan a ver la televisión esperando encontrar gente a la que le va aún peor. El mensaje no me sorprende: la serie ya había hecho varios guiños contra la situación política actual. Se les veía con cierta sensibilidad social. En todo caso, ¿no viven estos españoles reales también una mentira cuando deciden consolarse con la miseria de otros?

En segundo lugar, el episodio puede ser leído como una referencia al totalitarismo como sistema preferible al liberalismo capitalista. Hay varias referencias en la serie.

La primera es la comparación obvia entre los dos mundos: el de la serie y el real. El mundo de la serie es un totalitarismo extremo: unos señores dirigen y escriben tu vida, se meten en tu esfera privada hasta límites insospechados etc. Encima lo hacen sin que te des cuenta, o sea que encima de totalitarios son eficaces. Mientras tanto, el mundo real es "libre": los personajes tienen un muchísimo más amplio espacio por el que moverse, nadie les controla y pueden ser como ellos quieran.

Vemos como la libertad les genera un gran estrés a los personajes de la serie. Padecen incertidumbre. ¿A dónde van sus vidas? ¿quienes son? Su mundo (la serie) se ha derrumbado, ya no existe. Cuando van a una tienda su dinero "no es real". Se sienten acosados por unas calles hostiles. No creo que se pueda hacer referencia más expresa a la realidad de las clases medias alemanas tras la crisis de 1929.

Y entonces, para horror del espectador liberal e iluso, los personajes de la serie eligen el totalitarismo. Además, el director de la cadena les explica que el mundo libre "es una mierda" y que de todos modos sus vidas "también están controladas" en tal mundo. Parece el mismísimo Hitler haciendo propaganda política. Y este peculiar führer convence a su audiencia, que retorna al mundo no-libre pero seguro, cediéndole su destino a los dictadores y desentendiéndose de la libertad. Venden su libertad a cambio de seguridad y del cumplimiento de una serie de deseos. No puede dejar de recordarme a la obra del freudomarxista Eric Fromm "El miedo a la libertad".

No quiero decir, claro, que esa fuera la intención de los guionistas. Pero queriéndolo o no, nos han dado un muy buen material sobre el que reflexionar.

4 comentarios:

  1. Me estoy acordando de un efecto que documentaba el biólogo y divulgador Gerald Durrell (uno de los pioneros en cuanto a la reproducción en cautividad, y gran escritor) en "El cumpleaños del Arca" acerca de la suelta de especies criadas en cautividad. Decía que normalmente se quedan en el sitio donde las han soltado y que, si no se hace bien la suelta (primero se dejan en semilibertad y se les suelta cuando se habitúen a buscar su propia comida) suelen morir muchos de los animales soltados.

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  2. Lo de meter a personajes de la webserie malviviendo, como el policía Robledo, lo hicieron adrede para conseguir impacto social entre los mas de 50 millones de seguidores? Si fue así, son mucho mas listos de lo que parecen. En mi entorno son superfinas de malviviendo y alucinaron con su presencia.

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  3. ¿Por qué nos empeñamos todos en decir que "La que se avecina" es mala? ¿Porque la ponen en T5?

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    1. Porque no hace más que inculcarnos valores burgueses y capitalistas como la constante busqueda del dinero de los personajes o sus preocupaciones por los rasgos estéticos entre otras cosas

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